miércoles, 5 de febrero de 2014
miércoles, 22 de enero de 2014
EL COMENTARIO DEL GENERAL DEL PUEBLO A POCOS DIAS DEL FALLO DE LA CORTE DE LA HAYA
Comentario a pocos días del Fallo de
la Corte de la Haya
Por: Edwin Donayre
Gotzch
Supongo que recurren a un “halcón”
para arrancarme una declaración mordaz, por mis comentarios vertidos en una
reunión íntima y domicilio privado ante una hipotética incursión y ataque
contra el Perú proveniente del sur que hacían prever por los indicios más que
evidentes del poder bélico abismal concentrado frente al Perú, los permanentes
ejercicios, simulacros y maniobras de una acción ofensiva en nuestra frontera
sur y las continuas bravatas y provocaciones de políticos, militares y hasta
diplomáticos chilenos amenazando recurrir a la vía violenta para dar solucionar
a nuestras diferencias, denunciando el Estado Chileno como un GESTO INAMISTOSO
del Perú, recurrir al arbitraje al agotarse los procedimientos de dialogo
bilaterales por la intransigencia y la negativa del país del sur, confundiendo
nuestra pacifismo y tolerancia con debilidad.
Se acostumbra calificar de “halcón”
al intransigente que opta como única solución a las controversias de las
naciones el uso de la fuerza y el poder bélico, confundiendo y distorsionando
las opiniones de aquellos que nos asiste el derecho a la legitima defensa de
una “guerra justa”, como también lo manifestaría cualquier chileno, colombiano,
boliviano o de cualquier país, se exprese como se exprese más aún en una
reunión coloquial, cuando se ve
amenazado su país ante un eventual ataque y violación de su intangibilidad
territorial y soberanía, pues aquel país o sus autoridades que prefieren el
deshonor y la deshonra antes del peligro, se condenan a sí mismo a ser esclavos
y reconocer tener amos, aunque todo ciudadano y gobernante está obligado a
empeñarse en evitar la guerra, sin embargo una vez agotados todos los medios de
acuerdo, no se podrá negar a nadie el derecho a la legítima defensa.
Aun olvidando que nosotros los
soldados, más que cualquier otra profesión, conocemos de cerca la guerra, el
dolor, sufrimiento, sangre y lágrimas que arrastra a una nación y lo que
significa exponer a nuestros jóvenes en la flor de su vida, acortar su
existencia o quedar de por vida mutilados y discapacitados con secuelas invalidantes,
como los cientos de jóvenes que dejó el conflicto interno, olvidados por el
Estado y la sociedad que deambulan arrastrando sus penas y limitaciones,
reafirmándose el dicho: “que el hombre en la paz se olvida de Dios y vilipendia
y menosprecia al soldado, y en la guerra implora a Dios y llama al soldado”.
Los peruanos ante los momentos
difíciles y dolorosos, siempre hemos encarado y superado la situación
desventajosa con heroísmo, resignación y coraje y pusieron el pecho arriesgando
sus vidas por el Perú mientras otros sentirían pánico al verse expuesto a tales
riesgos.
El veredicto de la Corte de la
Haya, sea cual fuese el resultado para ambos países, significará en mis mejores
augurios el principio del fin a las amenazas y provocaciones, al desarme y
desmantelamiento inmediato del material bélico que pende como espada de
Damocles en nuestra frontera; significará también el fin del doble lenguaje de
la política exterior que linda en la hipocresía y el cinismo, que se apela al
pacifismo y arremeten con la intimidación, se propone el desarme y compran más
armas, se sugieren pactos de no agresión y concentran su poder bélico en la
frontera, se invita el dialogo y te muestran los dientes, se apela al arbitraje
pacífico y replican altaneros que es un gesto inamistoso , se propone invertir
en el Perú y condicionan las inversiones en el suyo, en un trato inequitativo y
desigual ante las actitudes genuflexas de nuestras autoridades. No llegue el día
en que nuestros hijos recuerden con vergüenza aquellos días de ignominia en que
el deshonor, la deshonra, la sumisión y la traición se califican con gestos de
tolerancia, prudencia y pacifismo.
Demos la bienvenida al fallo de la
Haya, que más allá de un trozo de tierra o de mar, devenga en relaciones de
franca amistad y buena vecindad, que demanda por ambas partes, en aperturar mayores
canales de confianza y respeto mutuo a nuestras culturas, identidad,
tradiciones, idiosincrasia, costumbres, soberanía e independencia y quizá hasta
reescribir la historia, apartando todo odio y resentimiento y revanchismo,
exhibiendo trofeos de guerra como “El Huáscar”, que no contribuye a las buenas
relaciones: ¿Cuál es el objeto y fin de mostrar públicamente el Huáscar? Si no sólo
recordar días aciagos que distanciaran a dos países, por la voracidad de
terceros en el guano y el salitre, y que fuimos a la guerra en nombre del
patriotismo para matar a otros que han sido condicionados para hacer lo mismo.
La paz no es la ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de
fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse sin el respeto de la dignidad de
las personas y de los pueblos. La paz es el ideal de un hombre, pero esta paz
real y firme que se avecina para el Perú y Chile debe ser obra de la justicia,
pues una cosa es utilizar la fuerza militar para defenderse con justicia y otra
muy distinta querer someter por el poder de las armas a otra nación por la
voracidad de festinar sus recursos.
Un pacifismo conformista con la injusticia no disipa el fantasma del
conflicto y en extremo la guerra, muy por el contrario la exacerba. Buscar la
guerra es absurdo pero rehuirla por principio puede ser cobardía ante la
injusticia, el atropello, el abuso y el avasallamiento. La apreciación de las
condiciones de igualdad y equidad en todos los campos del quehacer nacional e
internacional, particularmente el económico, pertenece al juicio honesto y
prudente de nuestros gobernantes quienes están a cargo del BIEN COMÚN de ambos
pueblos. Las privatizaciones y concesiones serian beneficiosas para el Perú, si
caen en manos de gente decente, si no es un artero entreguismo corrupto, como
los tratados pesqueros de 1952 y 1954, lesivos al interés nacional, y que han
sido los argumentos que han sostenido la posición de chilena contra la demanda del
Perú. ¿Quiénes los suscribieron? El heroísmo no se puede exigir pero la
traición y la cobardía no se pueden perdonar ni disculpar.
Ante el rumor del veredicto de La
Haya de favorecer al Perú, Chile vendría “implementando” en exigir el respeto a
los convenios pesqueros del 50; o sea las aguas para el Perú y la riqueza
hidrobiológica para Chile que ya usufructuó más de 60 años y exigiría seguir
explotando a perpetuidad. ¿Es ello justo, igualitario y equitativo?
Optemos por una paz duradera entre
PERU Y CHILE; con justicia, igualdad, equidad y libertad.
¡VIVA EL
PERU!
Ayacucho, 22 de enero del
2014
sábado, 4 de enero de 2014
miércoles, 20 de noviembre de 2013
martes, 5 de noviembre de 2013
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